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Archivo para la Categoría "liderazgo"

Cómo mejorar las relaciones en la oficina

Relaciones / Profesional

Los 4 Principios de buena conducta en el lugar de trabajo

Gay Hendricks y Katie, marido y mujer esposa-fundadores del Instituto con sede en California Hendricks, creen que las relaciones saludables de trabajo en la oficina son el indicador más importante del éxito de una empresa.

Existen algunas conductas perjudiciales y negativas que pueden arruinar la «integridad operativa» de su empresa.

Aquí hay cuatro pilares de la conducta positiva en el lugar de trabajo:

Pilar 1 | Alfabetización Emocional:

Las personas alfabetizadas emocionalmente entienden sus propios sentimientos. Las características de estos individuos: identifican la verdadera fuente de sus sentimientos, son capaces de hablar sobre sus sentimientos, trabajan a través de sus sentimientos en lugar de ahogarse solos. Si lo hace, les impedirá explotar frente a un colega, jefe o empleado.

Pilar 2 | Acuerdos impecables:

Las personas que trabajan en un ambiente de trabajo saludable mantienen sus acuerdos. Para este tipo de personas: Mantener los acuerdos que desea hacer; no llegan a acuerdos que no pueda cumplir, saben cuándo los acuerdos deben ser alterados y lo comunican adecuadamente.

Pilar 3 | Se comunican con Autenticidad & Escucha resonante:

Este pilar de integridad hace hincapié en hablar con la verdad y con honestidad mientras se escucha. Para ello, hablar con exactitud de una manera que no culpa a nadie, asume la responsabilidad de su comunicación hasta que la otra parte entienda, dice la verdad, escucha de una manera que incluye la empatía e invita a la creatividad mutua; revelar más que ocultar.

Pilar 4 | Responsabilidad saludable:

Como un buen jugador de equipo, aprender a tomar una sana responsabilidad por sus acciones es importante. Aprende a tomar el 100% de responsabilidad de su trabajo con fiabilidad; pasa de la defensiva a la formación, promueve e inspira

El Espíritu de Equipo

La Unión hace la fuerza…

la responsabilidad en los demás.

www.successmagazine.com

Traducción y edición: Javier Céspedes H.

Lecciones de las Escrituras sobre el liderazgo


“Las circunstancias no siempre tienen que ser las mismas. ¡Los líderes pueden lograr un cambio!”

Deseo extender una cálida bienvenida a los nuevos miembros de la Iglesia que ya no son “extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19).
Dado que muchos de vosotros, conversos recién bautizados, seréis llamados a servir en diferentes llamamientos en la Iglesia, me gustaría compartir algunos breves pasajes de las Escrituras que enseñan sobre el liderazgo.
En la Perla de Gran Precio leemos que cuando se llamó a Moisés para ser un profeta de Dios, fue trasladado a la cima de una montaña desde donde contempló la vista panorámica de todas las maravillosas creaciones de Dios. Jehová le dio una visión de su meta inmediata, que era la de librar “de la servidumbre a mi pueblo” (Moisés 1:26). Luego el Señor le explicó la meta a largo plazo: “Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
En el Libro de Mormón leemos del joven profeta Nefi, que también tuvo una visión en una montaña (véase 1 Nefi 11:1). Una vez que vio la tierra prometida, nadie lo pudo disuadir de construir un barco que lo llevara allá (véase 1 Nefi 17, 18). Una vez que los padres tienen la visión de un hijo vestido con la ropa de misionero o de una hija vestida de blanco en el templo, la noche de hogar, la oración familiar y el estudio de las Escrituras toman el lugar que les corresponde en el hogar. De Moisés y de Nefi aprendemos que un líder debe tener la visión del trabajo que tiene por delante.
Después del gran éxodo de Egipto hacia la tierra prometida, los hijos de Israel fueron gobernados por jueces durante un período de mas de tres siglos (1429 a. C. hasta 1090 a. C.). A estos jueces les sucedieron mas tarde una serie de reyes, siendo el primero Saúl, que fue ungido por el profeta Samuel (véase 1 Samuel 8-10). Durante décadas Saúl contó con el respeto y apoyo del pueblo, pero mas tarde, llevado por el orgullo de su corazón, desatendió el consejo del profeta del Señor. En esas circunstancias Samuel le hizo recordar la época en que era pequeño en sus propios ojos (véase 1 Samuel 15:17) y le esnifen esta lección inmortal: “el obedecer es mejor que los sacrificios” (vers. 22). De la vida de Saúl aprendemos que un líder debe ser humilde y obediente.
A Saúl lo sucedió el rey David, cuyo reino de cuarenta años es considerado por muchos como la Edad de Oro de la historia de Israel. De hecho, Israel se llegó a conocer como la tierra de David. Pero a pesar de su gran habilidad de liderazgo, fue tentado a cometer un gran pecado, el que luego agravó con uno aun mayor. De la vida de David aprendemos que aun los reyes deben ser cuidadosos. Los cargos de liderazgo no nos protegen de la tentación.
Luego de la muerte de David, ascendió al trono su hijo Salomón. Al principio de su reinado, Salomón oró con profunda humildad: “Jehová Dios mío … yo soy joven … da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo” y Dios le dio un “corazón sabio y entendido” (1 Reyes 3:7, 9, 12).
Investido con el Espíritu del Señor, Salomón se convirtió en el instrumento de Dios para edificar el santo templo que Israel había esperado y por el que había rogado por muchas generaciones. Pero con el pasar del tiempo Salomón tomó esposas fuera de Israel “y sus mujeres desviaron su corazón” e “hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová” (1 Reyes 11:3, 6). De Salomón podemos aprender que el conocimiento y la sabiduría por sí solos no califican a una persona para guiar a los demás. Quizás Jacob lo dijo mejor: “pero bueno es ser sabio, si hacen caso de los consejos de Dios” (2 Nefi 9:29).
Después de los cuarenta años del reinado de Salomón, su hijo Roboam fue a Siquem para que le coronaran rey. Buscó el consejo de los élderes con respecto a cómo debería gobernar. “Y ellos le hablaron diciendo: Si tu fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirviereis, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre” (1 Reyes 12:7). El Salvador dio a sus discípulos un consejo similar cuando les esnifen: “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (Marcos 9:35). Dentro del reino de Dios, guiar es servir.
Sin embargo, Roboam rechazó el consejo de ser humilde y servir a los demás Por el contrario, decidió reinar sobre Israel con mano dura, causando una gran división entre el reino del norte de Israel y el reino del sur de Judá (véase 1 Reyes 12:20).
Durante los siguientes 220 años el pueblo en general dejó de lado los convenios sagrados, alejándose así por las vías del mundo. Luego, un joven de nombre Ezequías empezó a reinar en Judá e “hizo lo recto ante los ojos de Jehová” y “en Jehová Dios de Israel puso su esperanza” (2 Reyes 18:3, 5). Ezequías reunió a los poseedores del sacerdocio de la época y les dijo: “¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia” (2 Crónicas 29:5). “No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová… y servid a Jehová vuestro Dios.” (2 Crónicas 30:7-8.)
En respuesta a este decidido líder, a quien apoyaba el profeta Isaías, “oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo” (2 Crónicas 30:20) y “… con fidelidad se consagraban a las cosas santas” (2 Crónicas 31:18).
Del rey Ezequías, así como del rey Benjamin (véase Mosíah 2-5), aprendemos una lección muy positiva de liderazgo: las circunstancias no siempre tienen que ser las mismas. ¡Los lideres pueden lograr un cambio!
La fe en el Señor y las grandes esperanzas pueden causar un gran cambio en el corazón de todo un pueblo.
Uno de los grandes maestros y profetas lideres de Israel fue Esdras, “porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10). Como Santos de los Últimos Días estamos agradecidos por tener un profeta en nuestros días, nuestro amado profeta Ezra Taft Benson, quien, al igual que el Esdras del Antiguo Testamento, se preparó para recibir la palabra del Señor y esta preparado para hacer la voluntad del Señor. Doy mi testimonio de que hoy día existe un profeta viviente en Israel.
Otro gran líder que siempre buscó la guía del Señor fue el profeta José Smith. Su vida ejemplificó lo que Pablo dijo de vivir el evangelio que predicamos (véase 1 Corintios 9:14). Una de las cualidades sobresalientes del Profeta fue su habilidad de delegar y de lograr que aquellos que lo rodeaban aprendieran técnicas de liderazgo. La expedición del Campo de Sión es tan sólo un ejemplo del liderazgo de José, basado en el principio: “Ven, sígueme” (Lucas 18:22). Al desorganizarse el Campo de Sión, el Profeta le dio al recién organizado sumo consejo instrucciones detalladas con respecto a sus llamamientos y luego les dijo: “Si muriese hoy mismo, habré cumplido la gran obra que el Señor puso ante mi” (History of the Church, 2:124). Mucho antes de su muerte, José Smith había capacitado diligentemente a aquellos que continuarían guiando el reino cuando el ya no estuviera con ellos. He aquí otra lección importante del liderazgo: Los líderes están moralmente obligados a preparar a otros para que tomen su lugar en el futuro. Hermanos y hermanas, el cementerio esta lleno de lideres que pensaron que eran indispensables .
Entre los lideres mas justos y eficaces que pisaron la tierra esta Enoc, quien trató en forma persistente de salvar a cada alma.
“Y el Señor llamó SION a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y vivían en justicia …
“Y con el transcurso del tiempo, Sión fue llevada al cielo.” (Moisés 7:18, 21.)
Notad la referencia en cuanto a “con el transcurso del tiempo”. Un buen líder debe tener una buena perspectiva y, además, paciencia. En la sección 107 de Doctrina y Convenios leemos que Enoc “tenia cuatrocientos treinta años cuando fue trasladado” (vers. 49). Hermanos y hermanas, ‘la evidencia es obvia’: lograr la perfección toma mucho, pero mucho tiempo. No obstante, se nos manda ser perfectos, aun como nuestro Padre que esta en los cielos es perfecto (véase Mateo 5:48, 3 Nefi 12:48).
De la vida mas ejemplar de todas, o en otras palabras, la de nuestro Salvador Jesucristo, aprendemos la que quizás sea la lección mas importante. Cuando se encontró ante el mas profundo de los sufrimientos en el Jardín de Getsemaní, oró para que pasara de El la amarga copa, agregando con un corazón manso y humilde: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42; cursiva agregada). Un líder en el reino de Dios debe ser manso y humilde de corazón (véase Alma 37:34).
Ruego que todos los que estamos embarcados en la obra del Señor hagamos Su obra a Su manera, “por persuasión, por longanimidad … mansedumbre y por amor sincero;
“por bondad y por conocimiento puro …
“reprendiendo en la ocasión con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces demostrando mayor amor…” (D. y C. 121:41-43).

Hasta pronto mis amigos.

http://www.lds.org/liahona/1990/05/15?lang=spa

Editor: Javier Cespedes H. –  javiparisien@gmail.com

Las oraciones aseguran las bendiciones de Dios

El hermano de Jared ve el dedo del Señor

Las experiencias del hermano de Jared, son buenos ejemplos que nos enseñan el principio de la oración. En la conferencia general de octubre de 1985, el Obispo Presidente Robert D. Hales, actualmente miembro del Quórum de los Doce, expuso: «Me gustaría primero comenzar en el libro de Éter en el Libro de Mormón, donde se nos da una lección muy clara cuando leemos sobre el hermano de Jared, quien acude al Señor. Muchas veces cuando oramos, nos limitamos a repetir nuestros problemas, y éste fue el caso con el hermano de Jared.

«Como recordarán, se le mandó a llevar a su pueblo a través de las aguas. Él había construido sus barcazas, pero no había luz, no había aire, no había ningún medio visible de propulsión o de navegación. Y así que fue ante el Señor y le preguntó: «Vas a permitir, oh Señor, que crucemos estas grandes aguas en la obscuridad?» (Éter 2:22). Y el Señor respondió: «¿Qué quieres que yo haga para que tengáis luz en vuestros barcos?» (Éter 2:23).

«El hermano de Jared, sólo unos versículos antes de esto, había sido reprendido por el Señor para un período de tres horas por no haber orado a Dios. Y en este entorno, el hermano de Jared se fue a diseñar un plan específico. Y cuando lo hizo, él trajo 16 piedras, cristales hermosos, los puso delante del Señor en la cima del monte Shelem, y pidió al Señor que toque las piedras con el dedo. «

El Diccionario de la Biblia explica: «Tan pronto como aprendemos de la verdadera relación en la que nos encontramos ante Dios, la oración se convierte en algo natural e instintivo de en nuestra vida. Muchas dificultades en cuanto a la oración surgen de olvidar esta relación…. . El objeto de la oración no es cambiar la voluntad de Dios, sino obtener para nosotros y para otras personas las bendiciones que Dios está dispuesto a otorgarnos, pero que debemos solicitar a fin de recibirlas. Se requiere de trabajo o esfuerzo de nuestra parte antes de que podamos obtener las bendiciones».

(Fuente: ldschurchnews.com – Sábado 11/11/2000), traducción libre.
Editor: Javier Cespedes H. –  javiparisien@gmail.com

Aprenda a escuchar

Publicado: Sábado, 15 de octubre 2011

Un abuelo se quedaba en casa, tratando de completar el papeleo de última hora para su práctica de leyes antes de pasar tiempo con su hija y sus nietos, que estaban de visita porque vivían ellos fuera de la ciudad.
Pero no pudo hacer su trabajo. El hombre estaba en compañía de su nieta de de 4 años de edad, que estaba sentada junto a él en la mesa y le hablaba sobre todo lo que le venía a la mente.
Después de unos minutos interrumpió el abuelo a su nieta. Él le dijo que lo sentía, pero tenía trabajo que hacer y no tenía tiempo para hablar en este momento.
La niña respondió: «Oh, eso está bien. Usted no tiene que hablar conmigo. Todo lo que necesita hacer es escucharme.»

Escuchar es una habilidad que ha sido reconocida a través del tiempo y la cultura.
Un proverbio africano dice: «Mucho silencio hace un ruido fuerte.»
Algunas de las tradiciones de los nativos americanos enseñan: «Escucha o tu lengua te mantendrá sordo.»
Y un proverbio galés reza: «Entiende mal quien escucha mal.»
Pero quizás el mayor consejo viene del mismo Señor: «Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio» (Proverbios 19:20).
Sin embargo, escuchar es una habilidad que, según una investigación de la Universidad de Missouri, es poco utilizada.
Según la investigación, la mayoría de las personas pasan un 70 a 80 por ciento de sus horas de vigilia en alguna forma de comunicación, el 45 por ciento de ese tiempo se dedica a escuchar.
Sin embargo, según los investigadores, la mayoría de los oyentes son ineficientes. Inmediatamente después de escuchar una presentación oral de 10 minutos, el oyente promedio medio ha escuchado, comprendido y retenido sólo el 50 por ciento de lo que se dijo. En un lapso de 48 horas, se reduce otro 50 por ciento a un nivel final de eficiencia del 25 por ciento. En otras palabras, la persona promedio comprende y retiene sólo una cuarta parte de lo que escucha ( extension.missouri.edu/p/CM150).

Los líderes de la iglesia han enseñado por mucho tiempo la importancia de escuchar.
El Presidente Thomas S. Monson dijo que un buen líder debe aprender a escuchar.»Escuchar no es una actividad pasiva», dijo. «El escuchar de forma activa a otra persona requiere fuerza de voluntad, concentración y gran esfuerzo mental. Sus recompensas son muchas, porque sólo entonces podemos realmente aprender a comprender» («Construyendo Puentes», Liahona, noviembre de 1985, p. 63).
La Iglesia ha dado a los Santos una guía de cómo ser oyentes más eficaces. En un manual hay un capítulo dedicado a escuchar, «La enseñanza: el llamamiento más importante», a los miembros se les dice lo siguiente:

Hacer pausas. No tenga miedo del silencio. Las personas necesitan tiempo para pensar y responder a las preguntas o expresar lo que sienten.

Hacer preguntas. Las preguntas pueden mostrar que se preocupa por las ideas y sentimientos de una persona. 
Prestar atención a lo que dice el orador. A veces la gente tiene la tendencia a pensar en lo que va a decir ellos mismos en lugar de escuchar lo que otros dicen.
Prestar atención a los mensajes no verbales del hablante. La gente a menudo comunica sus sentimientos por la forma de sentarse, sus expresiones faciales, lo que hacen con sus manos, su tono de voz y los movimientos de sus ojos.
Repetir lo que dice el orador. Después de escuchar los mensajes de palabras y sin ellas, es posible que desee repetir lo que ha entendido para asegurarse de que se entiende correctamente.
Recuerde que escuchar es una manera de demostrar amor (La enseñanza: el llamamiento más importante, lección 15).

El presidente Spencer W. Kimball dijo que el Salvador Jesucristo, es un ejemplo perfecto de alguien que escucha.
«Jesús era un líder que sabía escuchar», dijo. «Por motivo de que amaba a los demás con un amor perfecto, escuchaba sin ser condescendiente» (The Teachings of Spencer W. Kimball, p. 481).

En un discurso durante la conferencia general de abril de 1991, el élder Russell M. Nelson pidió a los miembros de la Iglesia aprender a escuchar.
«Su alma será bendecida a medida que aprenda a escuchar, a continuación, escuche para aprender de los niños, padres, socios, vecinos y líderes de la Iglesia, todo lo cual aumentará la capacidad de oír el consejo de lo alto», dijo.
Élder M. Russell Ballard dijo en su discurso en la conferencia general de octubre de 2009, que escuchar es una parte importante de la crianza de los hijos.
A pesar de que estaba hablando directamente a padres e hijos, sus consejos se pueden aplicar en todas las relaciones que vale la pena.
Él dijo: «Escucha a tus hijos -. Realmente escuchar para hacer el tipo de preguntas, y escuchar lo que sus hijos tienen que decir cada vez que tenga unos minutos juntos usted necesita saber -. Supongo que no, pero sabemos que – lo que está pasando en la vida de su hijo ….
«A medida que comparten con ustedes lo que está pasando, usted tendrá que escuchar con mucha atención sin ser crítico con el fin de entender lo que están pensando y sintiendo.»

En su discurso durante la conferencia general de abril de 2005, el Presidente Monson pidió a los padres escuchar a sus hijos. «Yo diría que a cada madre, y a cada padre – ser un buen oyente La comunicación es tan vital hoy en día en nuestro mundo acelerado. Dedique tiempo a escuchar ……
«Les animo a estar disponibles para sus hijos. He oído decir que ningún hombre, al acercarse la muerte, ha declarado que le gustaría haber pasado más tiempo en la oficina.»
El consejo del presidente Monson a los padres es algo que se ha repetido en el tiempo y la cultura.

Es la lección que aprendí hace poco a un abuelo de su nieta, que no necesitaba de su abuelo para hablar – sino para que le escuche.


Y es una lección comunicada por el Señor a sus hijos: «Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír [y] tardo para hablar» (Santiago 1:19).

(Cortesía: ldschurchnews.com)  –  Traducción libre.
Editor: Javier Céspedes Hurtado                            javiparisien@gmail.com