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Deleitaos en las Escrituras

El silbo apacible y delicado

Publicado: Sábado, 28 de enero 2012
Nefi reprende a sus hermanos Lamán y Lemuel
El Libro de Mormón relata acerca de los muchos éxitos y fracasos de una familia que se embarcó en un viaje trascendental de Jerusalén al Nuevo Mundo unos 600 años antes del nacimiento de Jesucristo. Relata los triunfos que obtuvieron gracias a la rectitud y las pruebas causados ​​por la iniquidad.
Casi en el centro del relato registrado en primer lugar Nefi cuatro hijos de Lehi, el profeta del Señor instruyó a huir con su familia de Jerusalén antes de su destrucción, y su esposa, Saríah. Los dos hijos mayores: Lamán y Lemuel, murmuran contra su padre y el Señor, se resisten a un abogado de los padres, se rebelan contra la justicia y aceptan la maldad. Incluso, habiendo recibido la visita de un ángel no les hace abandonar su rebeldía. Por el contrario, sus otros dos hijos – Nefi y su inmediato hermano mayor, Sam – son obedientes a Lehi y su Padre Celestial. Al «ir y hacer» lo que se les ordena. A pesar de no entender por qué se dan algunas directivas, tienen fe en que el Señor proveerá una manera para que ellos puedan llevar a cabo todo lo que les ha mandado (véase 1 Nefi 3:7).
Nefi les reprende a Lamán y Lemuel, diciendo: «Vosotros habéis visto un ángel, y que os habló, sí, habéis oído su voz … y él os ha hablado con una voz apacible y delicada, pero habíais dejado de sentir, de modo que dejásteis de sentir sus palabras «(1 Nefi 17:45).
¿Qué hicieron Nefi y Sam tienen que Lamán y Lemuel no poseía? Ellos crecieron en el mismo entorno, entonces ¿por qué los hermanos mayores a su vez hicieron oídos sordos a las enseñanzas de Lehi y ojos ciegos a las manifestaciones angelicales?
En pocas palabras, Nefi, Sam y, más tarde, sus hermanos menores, Jacob y José, escucharon los susurros del Espíritu Santo, mientras que Lamán y Lemuel, que había endurecido su corazón, no lo hicieron.
Nefi dijo, con profunda humildad dijo: «clamé al Señor, y he aquí que él me visitó y enterneció mi corazón, de modo que creía todas las palabras que había hablado mi padre, por tanto, no me rebelé contra él como a mis hermanos «(1 Nefi 2:16).
Nefi fue capaz de «sentir» las palabras del Señor – o escuchar la voz suave – a través del poder del Espíritu Santo.
La influencia del Espíritu Santo ha estado disponible para todos -pero no es aceptado por todos- desde los tiempos de Adán y Eva. No es necesario ser bautizado en la Iglesia de Jesucristo con el fin de tener el Espíritu Santo como guía, después de todo, es a través del poder del Espíritu Santo que las personas son guiadas al evangelio de Jesucristo. Acerca de obtener un testimonio de la veracidad del Libro de Mormón, Moroni dijo: «… le pido a Dios, el Eterno Padre, en el nombre de Cristo, si estas cosas no son verdaderas, y si pedís con un corazón sincero, con verdadera intención, teniendo fe en Cristo, él os manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo «(Moroni 10:4-5).
Las Escrituras dan varios nombres al Espíritu Santo, como «el Espíritu», «el Espíritu del Señor», «el Espíritu de Dios», «el Consolador» y «el Espíritu de Verdad.»
El profeta José Smith explicó: «Hay una diferencia entre el Espíritu Santo y el don del Espíritu Santo. Cornelio recibió el Espíritu Santo antes de ser bautizado, que fue el poder convincente de Dios para él, de la veracidad del Evangelio, pero…no podía recibir el don del Espíritu Santo sino hasta después de ser bautizado. Al no haber recibido esta … ordenanza, el Espíritu Santo que lo convenció de la verdad de Dios, lo hubiera dejado «(Historia de la Iglesia 4: 555).
El presidente John Taylor (1808-1887) enseña que mientras el mundo tiene «una porción del Espíritu de Dios,» Los Santos de los Últimos Días «tienen algo más que la porción del Espíritu de Dios que se da a cada hombre, y se llama el don del Espíritu Santo, que se recibe a través de la obediencia a los primeros principios del Evangelio de Cristo, por la imposición de manos de los siervos de Dios «(Journal of Discourses: 23:320-21; ver también 23: 370-71).
El presidente Marion G. Romney (1897-1988), en calidad de miembro de la Primera Presidencia, dijo: «Como miembro de la Trinidad, y al ser uno con el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo es, como lo son el Padre y el el Hijo, omnisciente. Comprende toda la verdad, tiene un «conocimiento de [todas] las cosas» (Doctrina y Convenios 93:24). … El don del Espíritu Santo es un don que nos da el derecho a disfrutar de la iluminación, compañerismo, y la guía del Espíritu y la influencia del Espíritu Santo, siempre y cuando cumplamos con los mandamientos de Dios «(Conferencia General de Abril de 1974, Liahona, julio de 1974).
Hablando el año 2003 a los nuevos presidentes de misión, sus esposas y a los misioneros en el Centro de Capacitación Misional de Provo, Utah, el presidente Boyd K. Packer, entonces, presidente en funciones del quórum de los Doce, dijo:
«Nunca se puede cometer un error grave, ya sea mientras estás en tu misión o después sin ser advertido. Nunca tomará el camino equivocado, nunca va a salir alrededor de la curva equivocada, o tomar una decisión equivocada sin haber sido advertido. Eso patrón es el patrón de los Santos de los Últimos días. A usted se le ha confirmado miembro de la Iglesia, y se le había conferido el don del Espíritu Santo para ser una guía y un compañero para qu ser un consuelo para usted. El Espíritu Santo es un consolador. «
Si vivimos con rectitud y somos dignos seremos bendecidos con el don del Espíritu Santo con siempre, que nos ha sido conferido después del bautismo. Vivamos de modo que el Espíritu Santo mora en nosotros, significa que nunca tenemos que mirar hacia atrás con pesar, porque él nos guía en todas nuestras acciones y nos ayuda a tomar decisiones importantes.
Al igual que con Nefi y sus hermanos justos, puede que alguna vez estemos influenciada por el Espíritu Santo y, habiendo recibido el don del Espíritu Santo, vivamos de manera que siempre podamos tenerlo con nosotros.

Traducción libre: Javier Cespedes H.
Editor: javiparisien@gmail.com

Inspiración Personal

El poder de las Escrituras

Del Quórum de los Doce Apóstoles


Richard G. Scott

Las Escrituras son como partículas de luz que iluminan nuestra mente y dan lugar a la guía e inspiración de lo alto.
Quienes estamos en este púlpito durante la conferencia sentimos el poder de sus oraciones. Las necesitamos y se las agradecemos.
Nuestro Padre Celestial sabía que para que lográramos el progreso deseado durante nuestra probación terrenal, teníamos que afrontar retos difíciles, algunos de los cuales serían casi abrumadores. Él proporcionó los medios para ayudarnos a tener éxito en nuestra probación mortal, uno de ellos lo constituyen las Escrituras.
A lo largo de las épocas, el Padre Celestial ha inspirado a hombres y mujeres escogidos para encontrar, mediante la guía del Espíritu Santo, las soluciones a los problemas más perplejos de la vida. Él ha inspirado a Sus siervos autorizados a registrar esas soluciones en una especie de manual para aquellos de Sus hijos que tuviesen fe en Su plan de felicidad y en Su Amado Hijo Jesucristo. Nosotros tenemos al alcance esa guía por medio del tesoro que llamamos libros canónicos: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio.
Debido a que las Escrituras se originaron de la comunicación inspirada del Espíritu Santo, son verdad pura. No debemos preocuparnos acerca de la validez de los conceptos que contienen los libros canónicos, dado que el Espíritu Santo ha sido el instrumento que ha motivado e inspirado a esas personas que los han escrito.
Las Escrituras son como partículas de luz que iluminan nuestra mente y dan lugar a la guía e inspiración de lo alto. Ellas se convierten en la llave que abre el canal de comunicación con nuestro Padre Celestial y Su Amado Hijo Jesucristo.
Las Escrituras, cuando se citan correctamente, proporcionan autoridad a nuestras declaraciones. Ellas se convierten en amigas incondicionales que no están limitadas por la geografía ni el calendario. Siempre están ahí cuando las necesitamos. Usarlas proporciona un fundamento de verdad que el Espíritu Santo puede despertar. Aprender, meditar, escudriñar y memorizar las Escrituras es como llenar un archivo con amigos, valores y verdades a las que podemos recurrir en cualquier momento, en cualquier parte del mundo.
Se obtiene un gran poder al memorizar pasajes de Escrituras. El memorizar un pasaje es como crear una nueva amistad. Es como descubrir a una persona nueva que puede ayudarnos en tiempos de necesidad, darnos inspiración y consuelo, y ser la fuente de motivación para lograr un cambio necesario. Por ejemplo, el cometido de memorizar este salmo ha sido para mí una fuente de poder y comprensión:
“De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan,
“porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos.
“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?
“El limpio de manos y puro de corazón, el que no ha elevado su alma a la vanidad ni jurado con engaño.
“Él recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación” (Salmos 24:1–5).
El meditar sobre un pasaje de Escrituras como ése, da gran dirección a nuestra vida. Las Escrituras se pueden convertir en un apoyo y proporcionar un recurso increíblemente enorme de amigos dispuestos a ayudarnos. Una escritura memorizada pasa a ser una amistad duradera que no se debilita con el paso del tiempo.
El meditar en un pasaje de las Escrituras puede ser la llave que abra la revelación, la guía y la inspiración del Espíritu Santo. Las Escrituras pueden calmar un alma atribulada, brindándole paz, esperanza y restaurándole confianza en su propia capacidad para vencer los desafíos de la vida. Ellas tienen gran poder para sanar los desafíos emocionales, si se tiene fe en el Salvador y pueden acelerar la sanación física.
Las Escrituras pueden comunicar diferentes significados durante diferentes momentos de nuestra vida, de acuerdo con nuestras necesidades. Un pasaje que quizás hayamos leído muchas veces puede tomar matices con significados que sean refrescantes e inspiradores al afrontar un nuevo desafío en la vida.
¿Cómo utilizas tú las Escrituras? ¿Marcas tus ejemplares? ¿Pones notas en el margen para recordar un momento de guía espiritual o una experiencia que te haya enseñado una profunda lección? ¿Utilizas todos los libros canónicos, incluso el Antiguo Testamento? Yo he encontrado verdades muy preciadas en las páginas del Antiguo Testamento que son partes claves para la plataforma de verdad que me guía y me sirve como recurso cuando trato de compartir un mensaje del Evangelio con los demás. Por esa razón, amo el Antiguo Testamento. He encontrado joyas preciadas de verdad esparcidas a lo largo de sus páginas. Por ejemplo:
“Y Samuel dijo: ¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y en los sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22).
“Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate del mal…
“No rechaces, hijo mío, la disciplina de Jehová, ni te canses de su corrección,
“Porque Jehová corrige al que ama, como el padre al hijo a quien quiere.
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría y que adquiere entendimiento” (Proverbios 3:5–7, 11–13).
El Nuevo Testamento es también un diamante valioso:
“Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
“Éste es el primero y grande mandamiento.
“Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
“De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:37–40).
“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
“pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, fortalece a tus hermanos.
“Y él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.
“Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces…
“Y cuando una criada le vio que estaba sentado al fuego, se fijó en él y dijo: Éste estaba con él.
“Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco.
“un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy.
“Y como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.
Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él aún hablaba, el gallo cantó.
“Entonces, se volvió el Señor y miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
“Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente” (Lucas 22:31–34, 56–62).
Cómo duele mi corazón por lo que ocurrió con Pedro en esa ocasión.
Este pasaje de Doctrina y Convenios me ha bendecido enormemente: “No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua; luego, si lo deseas, tendrás mi Espíritu y mi palabra, sí, el poder de Dios para convencer a los hombres” (D. y C. 11:21).
En mi opinión, el Libro de Mormón enseña la verdad con claridad y poder únicos. Por ejemplo:
“Y ahora quisiera que fueseis humildes, que fueseis sumisos y dóciles; fáciles de persuadir; llenos de paciencia y longanimidad; siendo moderados en todas las cosas; siendo diligentes en guardar los mandamientos de Dios en todo momento; pidiendo las cosas que necesitéis, tanto espirituales como temporales; siempre dando gracias a Dios por las cosas que recibís.
“Y mirad que tengáis fe, esperanza y caridad, y entonces siempre abundaréis en buenas obras” (Alma 7:23–24).
Y otra:
“Y la caridad es sufrida y es benigna, y no tiene envidia, ni se envanece, no busca lo suyo, no se irrita fácilmente, no piensa el mal, no se regocija en la iniquidad, sino se regocija en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
“Por tanto, amados hermanos míos, si no tenéis caridad, no sois nada, porque la caridad nunca deja de ser. Allegaos, pues, a la caridad, que es mayor que todo, porque todas las cosas han de perecer;
“pero la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día, le irá bien.
“Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones, que seáis llenos de este amor que él ha otorgado a todos los que son discípulos verdaderos de su Hijo Jesucristo; para que lleguéis a ser hijos de Dios; para que cuando él aparezca, seamos semejantes a él, porque lo veremos tal como es; para que tengamos esta esperanza; para que seamos purificados así como él es puro” (Moroni 7:45–48).
Mi querida esposa Jeanene amaba el Libro de Mormón. En su juventud, de adolecente, llegó a ser el cimiento de su vida y una fuente de testimonio y enseñanza durante su servicio misional de tiempo completo en los estados del noroeste de los Estados Unidos. Cuando servimos en el campo misional en Córdoba, Argentina, ella alentaba con gran firmeza el uso del Libro de Mormón en nuestro esfuerzo proselitista. Jeanene confirmó desde muy joven que quienes leían en forma consecuente el Libro de Mormón eran bendecidos con una porción más del Espíritu del Señor, con una gran resolución de obedecer Sus mandamientos y un firme testimonio de la divinidad del Hijo de Dios1. No sé por cuántos años, al acercarse el fin del año, la veía sentada muy callada terminando de leer detenidamente el Libro de Mormón una vez más antes de que terminase el año.
En 1991, quise dar a mi familia un regalo especial de Navidad. Al registrar el logro de ese deseo, en mi diario personal anoté: “Son las 12:38 de la noche del miércoles 18 de diciembre de 1991. He terminado recién la grabación en audio del Libro de Mormón para mi familia. Ésta ha sido una experiencia que ha acrecentado mi testimonio de esta divina obra y fortalecido mi deseo de familiarizarme más con sus páginas, para extraer de estas Escrituras verdades para utilizar en mi servicio al Señor. Amo este libro. Testifico con toda mi alma que es verdadero, que fue preparado para bendecir la Casa de Israel y que todas sus partes se propagan por el mundo. Todos los que estudien su mensaje con humildad, con fe, creyendo en Jesucristo, sabrán de su veracidad y encontrarán un tesoro que les conducirá a una mayor felicidad, paz y logro en esta vida. Testifico, por todo lo que es sagrado, que este libro es verdadero”.
Que cada de uno de nosotros nos beneficiemos con la riqueza de las bendiciones que resultan del estudio de las Escrituras. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Editor: Javier Cespedes Hurtado
javiparisien@gmail.com

Las oraciones aseguran las bendiciones de Dios

El hermano de Jared ve el dedo del Señor

Las experiencias del hermano de Jared, son buenos ejemplos que nos enseñan el principio de la oración. En la conferencia general de octubre de 1985, el Obispo Presidente Robert D. Hales, actualmente miembro del Quórum de los Doce, expuso: «Me gustaría primero comenzar en el libro de Éter en el Libro de Mormón, donde se nos da una lección muy clara cuando leemos sobre el hermano de Jared, quien acude al Señor. Muchas veces cuando oramos, nos limitamos a repetir nuestros problemas, y éste fue el caso con el hermano de Jared.

«Como recordarán, se le mandó a llevar a su pueblo a través de las aguas. Él había construido sus barcazas, pero no había luz, no había aire, no había ningún medio visible de propulsión o de navegación. Y así que fue ante el Señor y le preguntó: «Vas a permitir, oh Señor, que crucemos estas grandes aguas en la obscuridad?» (Éter 2:22). Y el Señor respondió: «¿Qué quieres que yo haga para que tengáis luz en vuestros barcos?» (Éter 2:23).

«El hermano de Jared, sólo unos versículos antes de esto, había sido reprendido por el Señor para un período de tres horas por no haber orado a Dios. Y en este entorno, el hermano de Jared se fue a diseñar un plan específico. Y cuando lo hizo, él trajo 16 piedras, cristales hermosos, los puso delante del Señor en la cima del monte Shelem, y pidió al Señor que toque las piedras con el dedo. «

El Diccionario de la Biblia explica: «Tan pronto como aprendemos de la verdadera relación en la que nos encontramos ante Dios, la oración se convierte en algo natural e instintivo de en nuestra vida. Muchas dificultades en cuanto a la oración surgen de olvidar esta relación…. . El objeto de la oración no es cambiar la voluntad de Dios, sino obtener para nosotros y para otras personas las bendiciones que Dios está dispuesto a otorgarnos, pero que debemos solicitar a fin de recibirlas. Se requiere de trabajo o esfuerzo de nuestra parte antes de que podamos obtener las bendiciones».

(Fuente: ldschurchnews.com – Sábado 11/11/2000), traducción libre.
Editor: Javier Cespedes H. –  javiparisien@gmail.com

Un pensamiento de las Escrituras

Un pensamiento de las Escrituras

Publicado: Sábado, 08 de octubre 2011

«Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.» – Juan 14:6


En realidad, dijo Elder Randall K. Bennett, de los Setenta, «sólo tenemos dos eternas opciones, cada uno con consecuencias eternas: optar por el Salvador del mundo y así elegir la vida eterna con nuestro Padre Celestial u optar por el mundo y, por lo tanto, elegir separarnos eternamente de Dios. «
En declaraciones realizadas durante el 2011 la Conferencia General Semestral, el élder Bennett dijo, «No se puede elegir con éxito tanto la seguridad de la justicia y los peligros de la mundanalidad. Incursionando y sorteando en lo mundano aunque pueda parecer inofensivo. …
«Las corrientes mundanas de esta época, las filosofías engañosas, falsas enseñanzas y la inmoralidad degradante buscan arrastrarnos y separarnos eternamente de nuestras familias y de nuestro Padre Celestial.


«Nuestros profetas, videntes y reveladores ven y tratan de advertirnos de las corrientes mundanas, a menudo sutiles pero peligrosas que nos amenazan. Con todo amablemente nos invitan, nos animan, nos enseñan, nos recuerdan y advierten. Ellos saben que nuestra seguridad depende de la elección de seguir [primero] los conocimientos que obtenemos al estudiar las Escrituras a diario y meditándolas en oración, [segundo] la guía del Espíritu Santo y [tercero] siguiendo el consejos de sus profetas. Ellos saben que hay seguridad y, por lo tanto, gozo, sólo mediante nuestro Salvador, Jesucristo y viviendo Su Evangelio. «

(Cortesía ldschurchnews.com). Traducción libre.
Editor y traducción: Javier Cespedes H.             javiparisien@gmail.com