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Archivo para la Categoría "felicidad"

¿Cómo fortalecer a la familia?

Un pensamiento de las Escrituras

Publicado: Sábado, 14 de enero 2012
«Y también enseñarán a sus hijos a orar y a andar rectamente ante el Señor.» – Doctrina y Convenios 68:28

Durante la conferencia general de abril 1999, el élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce, dijo: «[Conforme] les enseñamos a nuestros hijos el Evangelio con la palabra y el ejemplo, nuestras familias están espiritualmente fortalecidos y enriquecidos» (Ensign, mayo de 1999, pp . 32-34).
Las palabras de los profetas, élder Hales dijo, «son claras con respecto a nuestro sagrado deber de fortalecer a nuestra familia espiritual». A continuación se refirió a «La Familia: Una proclamación para el mundo». En que la Primera Presidencia, en 1995, declaró que «la familia es parte central del plan del Creador para el destino eterno de sus hijos … El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad a amarse y cuidarse el uno al otro, y también a sus hijos. … Los padres tienen la responsabilidad sagrada de educar a sus hijos dentro del amor y la rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, de enseñarles a amarse y servirse el uno al otro, de guardar los mandamientos de Dios «(Ensign, noviembre de 1995, 102).


«Con la ayuda del Señor y su doctrina, todos los efectos nocivos de los desafíos de una familia en conjunto pueden entenderse y superarse. Cualesquiera que sean las necesidades que los miembros de la familia puedan tener, podemos fortalecer nuestras familias al seguir el consejo dado por los profetas.

«La clave para fortalecer nuestras familias es tener el Espíritu del Señor en nuestros hogares. El objetivo de nuestras familias es estar en el sendero estrecho y angosto.»

SI ERES FELIZ TE SIENTES SANO

Hoy apareció una publicación en un periódico de Barcelona acerca de la influencia de la felicidad en la salud del enfermo, en ella se basa el siguiente artículo.

La felicidad interior es un combustible que alimenta al ser humano y le lleva a sentirse más saludable.
Las personas vitales, alegres y optimistas tienen una tendencia a minimizar sus problemas físicos o psicológicos y tienen más entereza para afrontarlos. Mientras que los pesimistas y quejicosos están excesivamente pendientes de su estado de salud y, por tanto, tienden a sentir que se sienten peor.
Así por ejemplo, la probabilidad de tener una depresión en el grupo de personas felices es nueve meses menor que en el grupo de los menos felices y la de padecer insomnio, cuatro veces menor.
Estas son algunas de las conclusiones del cuarto informe La felicidad y la percepción de la salud, desarrollado por la facultad de psicología de la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto Coca-Cola de la Felicidad, que fue presentado el día 19/07/2011.
Basado en 3.000 entrevistas a españoles de entre 18 y 65 años, el informe señala que si bien padecer un problema físico o psíquico tiene una incidencia directa en la «satisfacción vital», las personas más felices se sienten con mejor estado de salud que las menos felices.

SER OPTIMISTAS
Ser optimista incrementa la salud porque afecta a tres sistemas: el sistema nervioso, neuroendocrino, y el inmunológico, concluyó el informe. Por ello, los que son más felices con asiduidad sufren menos alteraciones    cardio-vasculares y cerebro-vasculares y, como su sistema inmunológico se refuerza, disminuye la posibilidad de contraer enfermedades.
«Algunos estudios indican que la felicidad aumenta la longevidad», destacó el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Barcelona, Josep Mª Serra-Grabulosa.

En conclusión amigos, es necesario seguir analizando la influencia de los agentes externos sobre la salud del enfermo. Se percibe pues, que la influencia de la felicidad en la salud de las personas está aumentando en los últimos años.

(Colaboración del periódico adn.es)
Editor: Javier Céspedes H.         javiparisien@gmail.com

El padre bueno y el buen padre

Padres buenos hay muchos;
buenos padres, hay pocos.
No es difícil ser un padre bueno
en cambio, no hay nada más difícil
que ser un buen padre.

Un corazón blando basta para ser un padre bueno,
pero la voluntad más firme
y la cabeza más clara
son todavía poco para hacer un buen padre.-

El buen padre dice sí cuando es sí y no cuando es no…
El padre bueno sólo sabe decir sí…
El padre bueno hace de su niño un pequeño Dios
que acaba en un pequeño demonio…
El buen padre no hace ídolos…
vive la presencia del único Dios.

El padre bueno encoge la imaginación del hijo
con juguetes del bazar
el buen padre echa a volar la fantasía del hijo
dejándole crear un aeroplano con dos maderas viejas…

El padre bueno amanteca la voluntad del hijo
ahorrándole esfuerzos y responsabilidades…
el buen padre tiempla el carácter de su hijo
llevándolo por el camino del trabajo y del esfuerzo.

Y así, el padre bueno llega a viejo
decepcionado y tardíamente arrepentido…
mientras que el buen padre crece en años respetado,
querido, y es, a la larga, comprendido.


(Colaboración de Gabriela Araujo Castellanos)

  • graby1012@hotmail.com


EL VALOR DEL OPTIMISMO

Una vez leí una frase en inglés, impresa en la camiseta de un joven, decía: “the future will be better tomorrow.” (“el futuro será mejor mañana.”). A priori, asocié la frase con la palabra optimismo, actitud positiva, a pesar de lo que pudiera depararnos el día de mañana. El Diccionario de la Real Academia Española define el optimismo como la “Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable.” Y como “Doctrina que afirma la bondad fundamental del mundo.” Sobre este tema trataré hoy.
El libro de Génesis, en la Biblia, enseña sobre la creación del mundo. Pero también, acerca del optimismo; después de cada período creativo Dios observa su obra. Las Escrituras dicen: “Y vio Dios que era bueno.”, incluso, al finalizar su obra, “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” El Señor se siente complacido de sus obras, le satisfacen, se deleita en ellas. No cabe duda, que las obras de un ser perfecto son también perfectas, y le producen optimismo, felicidad.
Cada día, la prensa nos agobia con malas noticias. Terremotos por aquí, bombardeos por allá, los asesinatos están a la orden del día. Ante esta situación, uno se pregunta a veces cuáles son las buenas noticias, puesto que las malas pueden producirnos preocupación, depresión y estrés, que afectan a nuestra salud, entonces ¿Cómo podemos cultivar el optimismo en los tiempos de crisis?.
En el exitoso libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” de Stephen R. Covey, encontré algunas citas que me inspiran: “Tu actitud determina tu altitud”, “la sonrisa hace más amigos que el entrecejo fruncido” y “la mente humana puede lograr todo lo que concibe y cree.”; el libro “La Actitud mental positiva”, de Clement Stone-Napoleon Hill nos llena de energía. También la película La Vida es bella, de Roberto Benigni, nos inspira; la actitud mental positiva es nuestro amuleto de la buena suerte. La buena suerte no nos llega al azar. Tenemos que ir a buscarla. Y esta búsqueda requiere determinación, fe y optimismo. Para ello tenemos que adiestrar nuestra mente para lograrlo: escuchar música, leer buenos libros, tener amigos, la meditación y la oración nos ayudan a mantener la alegría y el optimismo; a mí también me estimulan las redes sociales: http://www.facebook.com y la página cristiana: http://www.lds.org/spanish.
En tiempos de crisis en que vivimos, la vida del apóstol Pablo, Napoleón, Abraham Lincoln, Helen Keller, la Madre Teresa de Calcuta, etc., nos pueden enseñar el optimismo para la gestión del cambio; hay pesimistas muertos en vida, no seas uno más de ellos. Pero, el futuro es esperanzador para los optimistas; el futuro cuenta contigo. Apúntate.

"Decidí asumir mi discapacidad"- Testimonio


» El 15 de julio de 1992 me quedé tetrapléjica tras tirarme de cabeza en un pantano. Recuerdo que me lancé y me golpeé la cabeza con una roca. Mis amigos se dieron cuenta de que algo no iba bien cuando descubrieron la mancha de sangre en el agua. Después me llevaron al hospital, me operaron para estabilizarme las cervicales y a continuación me trasladaron al hospital de tetrapléjicos de Toledo, donde me explicaron que tenía una grave lesión medular y que del cuello hacia abajo no podría mover ni brazos ni piernas, a excepción de un ligero movimiento en la mano derecha que hoy me permite controlar mi silla de ruedas eléctrica.

En Toledo me hicieron cambiar el chip, asumir mi discapacidad y comprender que había vivido una vida en la que podía caminar y otra que estaba comenzando que la viviría sentada. Fueron días muy difíciles, pero tras mucho reflexionar, pensé que si esto era lo que me había tocado, lo viviría de la mejor forma posible y recuperaría la ilusión y la alegría por vivir.
Y así fue gracias al apoyo incondicional de mi padre y mis amigas. Terminé mis estudios de bachillerato, me licencié en dirección y administración de empresas y hoy trabajo desde mi casa (una residencia para pacientes con lesiones medulares), llevando la contabilidad para la empresa Indra. Además, estoy muy feliz junto con mi pareja, José, que sufre una paraplejía, porque él es mi complemento perfecto.»