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Archivo para marzo, 2012

¿Quiénes son los mormones?


¿Quiénes son los mormones?: son los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se puede encontrar en todos los niveles de la sociedad – en los negocios, en organizaciones de caridad, la educación y las ciencias, los partidos políticos y el gobierno, la industria del entretenimiento y medios de comunicación.

Al describir el carácter de los Santos de los Últimos Días, la revista Newsweek escribió: «No importa dónde viven los mormones, se encuentran parte de una red de mutuo interés, en la teología mormona todo el mundo es una especie de ministro de una, todo el mundo tiene el poder de alguna manera de hacer el bien a los demás (…) y no se limita a miembros de la Iglesia solamente, sino que se extiende mucho más allá. «

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una de las cuatro iglesias cristianas más grandes en Estados Unidos. Más de la mitad de sus 14 millones de miembros viven fuera de Estados Unidos. Sin embargo, a pesar del crecimiento de la fe y la presencia, los resultados de las encuestas continúan mostrando que relativamente pocas personas están familiarizadas con las creencias mormonas.

Como institución, la Iglesia tiene la responsabilidad de articular públicamente y con claridad sus enseñanzas oficiales. A su vez, los periodistas pueden ayudar a informar al público de manera precisa la presentación de informes sobre estas doctrinas. Pero al hacerlo, los periodistas deben ser conscientes de algunos errores comunes. Por ejemplo, los periodistas presionados por el tiempo tienden a tomar los aspectos periféricos de la fe y colocarlas frente y al centro como si fueran principios vitales de la creencia. Además, los comentaristas a menudo demasiado sinceros lo que otros ven como «diferente» acerca de los Santos de los Últimos Días, a expensas de poner de relieve las doctrinas más fundamentales de la Iglesia en sus informes. Por desgracia, como atestiguan muchos miembros, este tipo de periodismo pinta una imagen distorsionada de la Iglesia y sigue confundiendo al público.

A pesar de estas complicaciones, la Iglesia da la bienvenida a la investigación honesta de todos los tipos de medios de comunicación. La Iglesia espera que los periodistas sean precisos y honestos, y que se centren en la fe, en aquello que sus miembros vive y creen. La Iglesia desaconseja el periodismo sensacionalista y engañoso que acentúa las ideas abstractas que no reflejan las creencias, enseñanzas y prácticas de la asociación mundial de la Iglesia.

¿Cuáles son las creencias fundamentales de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días?

El fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, José Smith, escribió: «Los principios fundamentales de nuestra religión son … en cuanto a Jesucristo que murió fue sepultado, y resucitó al tercer día y ascendió al cielo, todo lo otras cosas que pertenecen a nuestra religión son únicamente apéndices de eso «.

En adición a lo anterior, los Santos de los Últimos Días creen que de manera inequívoca que:

1. Jesucristo es el Salvador del mundo y el Hijo de nuestro amoroso Padre Celestial.

2. La expiación de Cristo permite a la humanidad salvarse de sus pecados y volver a vivir con Dios y sus familias para siempre.

3. La Iglesia original de Cristo, tal como se describe en el Nuevo Testamento ha sido restaurada en los tiempos modernos.

1. Jesucristo es el Salvador del mundo y el Hijo de nuestro amoroso Padre Celestial

Los Santos de los Últimos Días creen que Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, para salvar a la humanidad de sus pecados (ver Juan 3:16 ). Dios es un Padre Celestial amoroso que conoce a sus hijos de forma individual, escucha y responde a sus oraciones, y siente compasión hacia ellos. Nuestro Padre Celestial y Su Hijo, Jesucristo, son dos seres separados, pero junto con el Espíritu Santo (el Espíritu) son uno en amor, voluntad y propósito.

Los Santos de los Últimos Días adoran a Jesucristo como su Salvador y Redentor. Es fundamental para la vida de los miembros de la Iglesia. Ellos aceptan su gracia y misericordia, que tratan de seguir su ejemplo al ser bautizado (ver Mateo 3:13-17 ), orando en su santo nombre (ver Mateo 6:9-13 ), tomando la Santa Cena (comunión) (véase Lucas 22:19-20 ), haciendo el bien a los demás (véase Hechos 10:38 ) y compartiendo su testimonio de Él a través del precepto y el ejemplo (ver Santiago 2:26 ).

2. La expiación de Cristo permite a los hombres ser salvos de sus pecados y volver a vivir con Dios y sus familias para siempre.

Los Santos de los Últimos Días creen que Dios tiene un plan para que sus hijos vuelvan a vivir con Él y ser «coherederos con Cristo» (Romanos 8:17). Para los miembros de la Iglesia, el sacrificio de Jesucristo es el centro del plan de Dios para nuestra felicidad. Aunque los seres humanos cometen errores y pecados, los mormones ven esta vida mortal como una oportunidad para progresar y aprender. Siguiendo las enseñanzas de Cristo, abrazando a su misericordia y aceptando el bautismo y otros sacramentos, los mormones creen que son limpiados del pecado por la gracia de Cristo y se puede volver a vivir con Dios y sus familias para siempre.

3. La Iglesia original de Cristo, tal como se describe en el Nuevo Testamento, ha sido restaurada en los tiempos modernos.

Sus miembros creen que Cristo estableció Su Iglesia antiguamente con el «fundamento de los apóstoles y profetas» ( Efesios 2:20 , véase también Efesios 4:11-14 ) con «una fe, [y] un bautismo» ( Efesios 4:5 ) . Ellos creen que esta base de «una fe» se debilitó gradualmente después de la muerte de los apóstoles de Cristo. Como resultado de ello, el la fundamento original de la autoridad para dirigir la Iglesia se había perdido y necesitaba ser restaurado (ver Hechos 3:21 ). Hoy en día, sus miembros predican que el Señor verdaderamente ha restaurado su Iglesia con los apóstoles y profetas vivientes, empezando por el profeta, fundador de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, José Smith.

Los miembros de la Iglesia entienden que la familia es la unidad más importante de la sociedad. En consecuencia, quienes siguen a Cristo y guardan sus mandamientos se comprometen a vivir con sus familias para siempre…

Fuente:http://www.deseretnews.com/article/865551903/Mormonism-101-New-LDS-Church-infographic-describes-beliefs-members.html
Traducción libre: Javier Cespedes Hurtado

Conceptos excelentes


“Todo Santo de los Últimos Días debe estar constantemente interesado en enseñar y recalcar esos grandes y excelentes conceptos que habrán de ayudarnos a encontrar el camino para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial.”
El verano ultimo de 1994 hubo un funeral de una electa dama. Uno de los oradores describió tres de las cualidades que la destacaron: lealtad, obediencia y fe. Al escucharle hablar de la vida de esa dama en relación con estas cualidades, pensé cuan apropiado era que se tratara ese tema en un homenaje funerario. La vida no es algo trivial, y, cuando llega a su fin, no debiera comentarse con incidentes triviales. Los funerales son un momento para hablar de conceptos excelentes -ideas compatibles con la importancia de la vida, ideas que puedan ejercer una influencia positiva en quienes permanecemos aquí.
Mientras disfrutaba del espíritu que reinaba en aquel funeral inspirador, traté de enfocar mis pensamientos en la aplicación de este principio en otras circunstancias. Los padres también deberían enseñar conceptos excelentes a sus hijos; también deben hacerlo los maestros orientadores, las maestras visitantes y los instructores en varias clases. El Salvador nos advirtió que seremos juzgados “de toda palabra ociosa que [hablemos]” (Mateo 12:36). Las revelaciones contemporáneas nos mandan que cesemos “de todas [nuestras] conversaciones livianas, [y] de toda … frivolidad” (D. y C. 88:121) y que desechemos nuestros “pensamientos ociosos y risa excesiva” (D. y C. 88:69). Existen muchos comentaristas de cosas triviales. Todo Santo de los Últimos Días debe estar constantemente interesado en enseñar y recalcar esos grandes y excelentes conceptos que habrán de ayudarnos a encontrar el camino para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial.
Hace unos treinta años, algunos expertos escribieron un libro sobre la educación formal-un compendio de las cosas que toda persona educada debe saber. El título del libro se refiere al Conocimiento de mayor valor (Wayne C. Booth, Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 1967), y sugiere que no todo conocimiento es de igual valor. Algunos conocimientos son mas importantes que otros. Y este principio corresponde también a lo que llamamos conocimiento espiritual .
Consideremos el excelente concepto que enseña ese himno predilecto titulado “Soy un hijo de Dios” (Himnos, 196),  he aquí la respuesta a una de las principales preguntas de la vida: “¿Quién soy yo?” Soy un hijo de Dios, dotado del linaje espiritual de padres celestiales. Y tal ascendencia determina nuestro potencial eterno, lo cual es un concepto realmente confortante. Puede alentarnos a escoger con prudencia y cultivar lo mejor que hay en nosotros. Si inculcamos en la mente de los jóvenes el excelente concepto de que son hijos de Dios, les facilitaremos el respeto en sí mismos y la motivación necesaria para confrontar los problemas de la vida.
Cuando entendemos nuestra relación con Dios, entendemos también nuestra relación con los demás. Todos los hombres y todas las mujeres de la tierra son progenie de Dios, hermanos y hermanas espirituales. ¡Cuán poderoso es este concepto! No es de extrañarse entonces que el Hijo Unigénito de Dios nos haya mandado amarnos los unos a los otros. ¡Cuán maravilloso seria que lo hiciéramos! El mundo sería muy diferente si todos tuviéramos entre sí un amor fraternal, y el servicio abnegado al prójimo no conocería fronteras, creencias ni color. Un amor tal no eliminaría las diferencias de opinión o comportamiento , pero nos alentaría a basar nuestra oposición en las acciones más que en los actores.
La eterna verdad de que nuestro Padre Celestial ama a todos Sus hijos es un concepto de inmenso significado. Es un concepto particularmente poderoso cuando los hijos pueden reconocerla mediante el amor y el sacrificio de sus padres terrenales. El amor es la fuerza mas poderosa del mundo. Arthur Henry King ha dicho que “el amor no es solamente éxtasis; no es sólo un sentimiento intenso, sino una fuerza dinámica, algo que nos impulsa a través de nuestra existencia de gozosas obligaciones” (The Abundance of the Heart, Salt Lake City: Bookcraft, 1986, pág. 84).
Todos tenemos nuestros propios ejemplos del poder del amor. Hace mas de veinticinco años anote en mi diario algunos recuerdos que tengo de mi padre, quien murió cuando yo tenía ocho años de edad. Lo que escribí entonces refleja el efecto del amor en la vida de un muchacho:
“No es posible demostrar con ningún evento o palabra que pueda recordar, cual fue la mas poderosa impresión que tengo de mi relación con mi padre. Es, en verdad, un sentimiento. Basado en las palabras y las acciones que han pasado al olvido, este sentimiento persiste en mi con toda la claridad de la fe perfecta. El me amaba y estaba orgulloso de mi … Esta es la clase de recuerdo que tanto un niño como un hombre puede atesorar.” (Dallin H. Oaks, “Memories of My Father,” 15 de octubre de 1967.)
Otro concepto excelente que debiéramos enseñarnos mutuamente es que la vida terrenal tiene un propósito y que la muerte física no es el fin sino una simple transición hacia la próxima fase de nuestra existencia, que es inmortal. El presidente Brigham Young enseñó que “nuestra existencia aquí es con el solo propósito de llevar a cabo nuestra exaltación y restauración a la presencia de nuestro Padre y nuestro Dios” (Discourses of Brigham Young, compilados por John A. Widtsoe, Salt Lake City: Deseret Book Co., 1975, pág. 37). Este concepto del progreso eterno es uno de los mas poderosos de nuestra teología. Nos brinda esperanza cuando erramos y nos anima cuando triunfamos. Por cierto que esta es una de las mayores “solemnidades de la eternidad” que se nos ha ordenado “repos[ar] en [n]uestra mente]” (véase D. y C. 43:34).
Otro concepto valioso que nos rescatara del desaliento es que la obra de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de “llevar a cabo … la vida eterna del hombre,” (Moisés 1:39), es de carácter eterno. No todos los problemas se solucionan y no todas las relaciones necesarias se establecen en la vida terrenal. La obra de salvación se extiende mas allá del velo de la muerte y no debe preocuparnos demasiado cuan incompleta sea nuestra actuación dentro de los límites de la vida terrenal.
Un concepto excelente de inmediata aplicación practica es que podemos dirigirnos en oración a nuestro Padre Celestial y que El nos escucha y nos ayuda en la manera mas conveniente para nosotros. La mayoría de nosotros ha podido experimentar cuan terriblemente solos nos sentimos cuando estamos separados de quienes nos aman. Si recordamos que podemos orar y que se nos escucha y ayuda, podremos resistir ese sentimiento de soledad. Siempre podemos mantenernos en contacto con ese poderoso Amigo que nos ama y nos ayuda, en Su propio tiempo y a Su manera.
Hay miles de experiencias que demuestran que podemos orar y obtener respuesta a nuestras oraciones. Algunas de ellas tienen que ver con niños pequeños. La biografía del presidente Spencer W. Kimball nos relata lo siguiente:
“Una y otra vez Spencer había observado que sus padres siempre le llevaban sus problemas al Señor. Un día. cuando Spencer tenía cinco años y estaba haciendo sus quehaceres, su hermanita Fannie, de un año de edad, salió de la casa y se perdió. Nadie podía encontrarla. Clare, de dieciséis años, sugirió: ‘Mama, si oramos el Señor nos guiara al lugar donde se encuentra Fannie.’ La madre y sus hijos oraron. Terminada la oración, Gordon se dirigió al lugar exacto donde se hallaba Fannie profundamente dormida en una caja grande … detrás del gallinero. ‘Le dimos gracias al Señor una y otra vez,’ anotó Olive en su diario” (Edward L. Kimball y Andrew E. Kimball, hijo, Spencer W Kimball, Salt Lake City: Bookcraft, 1977, pág. 31).
Todo discípulo de Jesucristo sabe que los conceptos más poderosos de la fe cristiana son la resurrección y l? expiación de Jesucristo. Gracias a El, nuestros pecados pueden ser perdonados y nosotros volveremos a vivir. Desde este púlpito y desde muchos otros se han explicado estos excelentes conceptos mediante innumerables sermones. Tenemos un buen conocimiento de estos conceptos, pero no siempre los aplicamos bien en nuestra vida.
Nuestro modelo ejemplar no es el mas reciente héroe deportivo o personaje popular; ni las posesiones o el prestigio que hayamos adquirido, ni los juguetes o placeres mas costosos que nos inducen a preocuparnos por lo temporal y olvidar lo que es eterno. Nuestro modelo ejemplar-nuestra prioridad cabal- es Jesucristo. Debemos testificar acerca de El y enseñamos mutuamente en cuanto a cómo aplicar Sus enseñanzas y Su ejemplo en nuestra vida diaria.
Brigham Young nos dejo algunos consejos prácticos para ello. “La diferencia entre Dios y el Diablo”, dijo, “es que Dios crea y organiza, mientras que la intención principal del Diablo es destruir” (Discourses of Brigham Young, pág. 69). Ese contraste es un importante ejemplo de la realidad de “una oposición en todas las cosas” (2 Nefi 2:11).
Tengamos presente que nuestro Salvador, Jesucristo, siempre edifica y nunca nos agravia. Es necesario que apliquemos el poder de ese ejemplo en cada ocasión de nuestra vida, incluso en nuestros pasatiempos y diversiones. Consideremos los temas de los libros, las revistas, las películas y los programas de televisión a cuya popularidad contribuimos con nuestro auspicio. Preguntémonos si los propósitos y las representaciones de nuestros pasatiempos son edificantes o perjudiciales para los hijos de Dios. A través de los años, he podido observar una fuerte tendencia a desplazarlo que edifica y dignifica a los hijos de Dios mediante representaciones y acciones deprimentes, perniciosas y destructivas.
El concepto excelente en este ejemplo es que todo lo que edifica a la persona ayuda la causa del Señor, y que aquello que perjudica a la gente sirve la causa de Satanás. Mediante nuestro auspicio personal, todos los días favorecemos una causa o la otra. Ello debería hacernos pensar en nuestras responsabilidades y motivarnos a cumplirlas en una manera aceptable para el Señor, cuyo sacrificio nos ofrece la esperanza y cuyo ejemplo nos muestra el camino a seguir.
Siempre debemos poner a nuestro Salvador en primer lugar. El primer mandamiento que Jehová dio a los hijos de Israel fue: “No tendrás dioses ajenos delante de mi” (Exodo 20:3). Esta parece ser una idea sencilla, pero en la practica puede resultarnos difícil.
Lamentablemente, es fácil subordinar a otras prioridades lo que debería ser nuestro interés primordial. Hace cincuenta años, el filósofo cristiano C. S. Lewis ilustró esa tendencia con un ejemplo que lastimosamente se manifiesta hoy en día. En su obra Cartas Vermiformes, un diablo experto explica cómo corromper a los cristianos y malograr la obra de Jesucristo. Una de las cartas describe cómo una devoción exagerada puede alejar a los cristianos del Señor y de la practica del cristianismo. Lewis sugiere dos ejemplos: el patriotismo en demasía y el pacifismo excesivo, y explica cómo el fanatismo puede corromper a cualquiera de sus adeptos. Y el diablo dice:
“Primero debe considerar el Patriotismo o el Pacifismo como una parte de su religión. Después, bajo la influencia del espíritu partidario, pasara a estimarlo como algo fundamental. Luego, tácita y gradualmente, lo ira nutriendo hasta el punto en que la religión pasara a ser una simple parte de su ‘causa’, y apreciara el cristianismo principalmente por las excelentes razones que puede ofrecer en favor del esfuerzo bélico británico o del pacifismo … Una vez que haya hecho del mundo un fin y de la fe un medio, habremos conquistado a esa persona y muy poco importa que clase de objetivo persiga.” (C. S. Lewis, The Screwtape Letters, Nueva York: MacMillan, 1982, pág. 35).
Podemos percibir muy bien esa tendencia en esta época, con tantas causas que, aunque bien intencionadas, pueden corromper espiritualmente a la gente cuando toman el lugar del Señor que les ha mandado: “No tendrás dioses ajenos delante de mi”. Jesucristo y Su obra están en primer lugar. Todo lo que pretenda valerse de El o aprovechar Su reino o Su Iglesia como un medio para otros fines, sólo ayudara a la causa de Satanás.
Cierta joven noble que logró superar una terrible experiencia demostró otros dos conceptos excelentes. Virginia Reed fue una de las sobrevivientes de la tragedia que sufrió la caravana pionera Donner Reed, cuando efectuaron en carretas una de las primeras peregrinaciones a California. Si la caravana hubiera seguido la ruta establecida por el Sendero Oregón, desde Fort Bridger (Wyoming) hacia el noreste, hasta Fort Hall (Idaho), y de allí hacia el suroeste, rumbo a California, habrían llegado a destino sin problemas. Sin embargo, fueron engañados por el especulador Lansford W. Hastings, quien los persuadió a que fueran por un camino mas corto para ahorrar tiempo. La caravana Donner Reed así lo hizo, abandonando el sendero de Fort Bridger en camino hacia el suroeste. Abrieron una nueva ruta por las encrespadas montañas Wasatch y el sur del Gran Lago Salado, en medio de temperaturas extremas a traves del desierto salitroso.
Las demoras y el increíble esfuerzo físico requerido por esta ruta virgen costaron al grupo Donner Reed mas de un mes adicional para llegar a las montañas de la Sierra Nevada. Al apresurarse para evitar las primeras tormentas de nieve, se vieron atrapados en un temporal de invierno a tan sólo un día de camino para llegar a la cima y después emprender el descenso hacia California; tuvieron que permanecer allí varios meses, durante los cuales la mitad del grupo pereció a causa del hambre y del frío.
Después de esos meses que pasó en la montaña y de las dificultades que sufrió por el hambre y el terror, Virginia Reed, entonces de trece años de edad, llego a California y le escribió una carta a su prima, que vivía al otro lado del país. Al relatarle sus terribles experiencias y el sufrimiento de su gente, concluyo la carta con este sabio consejo: “Nunca tomes un atajo y no malgastes tu tiempo” (Carta de Virginia E. B. Reed a su prima Mary Gillespie, 16 de mayo de 1847, citada en West Jrom Fort Bridger, Logan, Utah: Utah State University Press, 1994, pág. 238).
Este es un potente y verdadero consejo, especialmente para los adolescentes. Los jóvenes están rodeados de caminos tentadores y de especuladores que ofrecen consejos y atajos como substituciones del sendero apropiado. “Prueba este atajo” o “quédate un ratito aquí” son propuestas comunes en el viaje de nuestra vida. A mis jóvenes amigos les sugiero que recuerden el consejo de Virginia Reed: Nunca tomen atajos y no malgasten su tiempo.
Deseo terminar con un ejemplo de la vida del apóstol Pablo. Durante todo su ministerio pudo percibir gran frivolidad, pensamientos ociosos y frivolidades. En Atenas observo que “todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo” (Hechos 17:21). En una de sus epístolas a los Corintios, Pablo pone de manifiesto su determinación de concentrarse en conceptos positivos. Les dijo que no iba a ellos “con excelencia de palabras o de sabiduría,” agregando: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado” (1 Corintios 2:12).
Cumplamos los mandamientos de Dios y sigamos el ejemplo de Sus siervos. Enfoquemos nuestras enseñanzas en esos grandes y excelentes conceptos que tienen un significado eterno para promover la rectitud y la edificación de los hijos de Dios, y ayudémonos mutuamente en el sendero hacia nuestro destino de la vida eterna.

http://www.lds.org/liahona/1995/11/13?lang=spa

Editor: javiparisien@gmail.com

Lecciones de las Escrituras sobre el liderazgo


“Las circunstancias no siempre tienen que ser las mismas. ¡Los líderes pueden lograr un cambio!”

Deseo extender una cálida bienvenida a los nuevos miembros de la Iglesia que ya no son “extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19).
Dado que muchos de vosotros, conversos recién bautizados, seréis llamados a servir en diferentes llamamientos en la Iglesia, me gustaría compartir algunos breves pasajes de las Escrituras que enseñan sobre el liderazgo.
En la Perla de Gran Precio leemos que cuando se llamó a Moisés para ser un profeta de Dios, fue trasladado a la cima de una montaña desde donde contempló la vista panorámica de todas las maravillosas creaciones de Dios. Jehová le dio una visión de su meta inmediata, que era la de librar “de la servidumbre a mi pueblo” (Moisés 1:26). Luego el Señor le explicó la meta a largo plazo: “Esta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
En el Libro de Mormón leemos del joven profeta Nefi, que también tuvo una visión en una montaña (véase 1 Nefi 11:1). Una vez que vio la tierra prometida, nadie lo pudo disuadir de construir un barco que lo llevara allá (véase 1 Nefi 17, 18). Una vez que los padres tienen la visión de un hijo vestido con la ropa de misionero o de una hija vestida de blanco en el templo, la noche de hogar, la oración familiar y el estudio de las Escrituras toman el lugar que les corresponde en el hogar. De Moisés y de Nefi aprendemos que un líder debe tener la visión del trabajo que tiene por delante.
Después del gran éxodo de Egipto hacia la tierra prometida, los hijos de Israel fueron gobernados por jueces durante un período de mas de tres siglos (1429 a. C. hasta 1090 a. C.). A estos jueces les sucedieron mas tarde una serie de reyes, siendo el primero Saúl, que fue ungido por el profeta Samuel (véase 1 Samuel 8-10). Durante décadas Saúl contó con el respeto y apoyo del pueblo, pero mas tarde, llevado por el orgullo de su corazón, desatendió el consejo del profeta del Señor. En esas circunstancias Samuel le hizo recordar la época en que era pequeño en sus propios ojos (véase 1 Samuel 15:17) y le esnifen esta lección inmortal: “el obedecer es mejor que los sacrificios” (vers. 22). De la vida de Saúl aprendemos que un líder debe ser humilde y obediente.
A Saúl lo sucedió el rey David, cuyo reino de cuarenta años es considerado por muchos como la Edad de Oro de la historia de Israel. De hecho, Israel se llegó a conocer como la tierra de David. Pero a pesar de su gran habilidad de liderazgo, fue tentado a cometer un gran pecado, el que luego agravó con uno aun mayor. De la vida de David aprendemos que aun los reyes deben ser cuidadosos. Los cargos de liderazgo no nos protegen de la tentación.
Luego de la muerte de David, ascendió al trono su hijo Salomón. Al principio de su reinado, Salomón oró con profunda humildad: “Jehová Dios mío … yo soy joven … da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo” y Dios le dio un “corazón sabio y entendido” (1 Reyes 3:7, 9, 12).
Investido con el Espíritu del Señor, Salomón se convirtió en el instrumento de Dios para edificar el santo templo que Israel había esperado y por el que había rogado por muchas generaciones. Pero con el pasar del tiempo Salomón tomó esposas fuera de Israel “y sus mujeres desviaron su corazón” e “hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová” (1 Reyes 11:3, 6). De Salomón podemos aprender que el conocimiento y la sabiduría por sí solos no califican a una persona para guiar a los demás. Quizás Jacob lo dijo mejor: “pero bueno es ser sabio, si hacen caso de los consejos de Dios” (2 Nefi 9:29).
Después de los cuarenta años del reinado de Salomón, su hijo Roboam fue a Siquem para que le coronaran rey. Buscó el consejo de los élderes con respecto a cómo debería gobernar. “Y ellos le hablaron diciendo: Si tu fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirviereis, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre” (1 Reyes 12:7). El Salvador dio a sus discípulos un consejo similar cuando les esnifen: “Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos” (Marcos 9:35). Dentro del reino de Dios, guiar es servir.
Sin embargo, Roboam rechazó el consejo de ser humilde y servir a los demás Por el contrario, decidió reinar sobre Israel con mano dura, causando una gran división entre el reino del norte de Israel y el reino del sur de Judá (véase 1 Reyes 12:20).
Durante los siguientes 220 años el pueblo en general dejó de lado los convenios sagrados, alejándose así por las vías del mundo. Luego, un joven de nombre Ezequías empezó a reinar en Judá e “hizo lo recto ante los ojos de Jehová” y “en Jehová Dios de Israel puso su esperanza” (2 Reyes 18:3, 5). Ezequías reunió a los poseedores del sacerdocio de la época y les dijo: “¡Oídme, levitas! Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y sacad del santuario la inmundicia” (2 Crónicas 29:5). “No seáis como vuestros padres y como vuestros hermanos, que se rebelaron contra Jehová… y servid a Jehová vuestro Dios.” (2 Crónicas 30:7-8.)
En respuesta a este decidido líder, a quien apoyaba el profeta Isaías, “oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo” (2 Crónicas 30:20) y “… con fidelidad se consagraban a las cosas santas” (2 Crónicas 31:18).
Del rey Ezequías, así como del rey Benjamin (véase Mosíah 2-5), aprendemos una lección muy positiva de liderazgo: las circunstancias no siempre tienen que ser las mismas. ¡Los lideres pueden lograr un cambio!
La fe en el Señor y las grandes esperanzas pueden causar un gran cambio en el corazón de todo un pueblo.
Uno de los grandes maestros y profetas lideres de Israel fue Esdras, “porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10). Como Santos de los Últimos Días estamos agradecidos por tener un profeta en nuestros días, nuestro amado profeta Ezra Taft Benson, quien, al igual que el Esdras del Antiguo Testamento, se preparó para recibir la palabra del Señor y esta preparado para hacer la voluntad del Señor. Doy mi testimonio de que hoy día existe un profeta viviente en Israel.
Otro gran líder que siempre buscó la guía del Señor fue el profeta José Smith. Su vida ejemplificó lo que Pablo dijo de vivir el evangelio que predicamos (véase 1 Corintios 9:14). Una de las cualidades sobresalientes del Profeta fue su habilidad de delegar y de lograr que aquellos que lo rodeaban aprendieran técnicas de liderazgo. La expedición del Campo de Sión es tan sólo un ejemplo del liderazgo de José, basado en el principio: “Ven, sígueme” (Lucas 18:22). Al desorganizarse el Campo de Sión, el Profeta le dio al recién organizado sumo consejo instrucciones detalladas con respecto a sus llamamientos y luego les dijo: “Si muriese hoy mismo, habré cumplido la gran obra que el Señor puso ante mi” (History of the Church, 2:124). Mucho antes de su muerte, José Smith había capacitado diligentemente a aquellos que continuarían guiando el reino cuando el ya no estuviera con ellos. He aquí otra lección importante del liderazgo: Los líderes están moralmente obligados a preparar a otros para que tomen su lugar en el futuro. Hermanos y hermanas, el cementerio esta lleno de lideres que pensaron que eran indispensables .
Entre los lideres mas justos y eficaces que pisaron la tierra esta Enoc, quien trató en forma persistente de salvar a cada alma.
“Y el Señor llamó SION a su pueblo, porque eran uno en corazón y voluntad, y vivían en justicia …
“Y con el transcurso del tiempo, Sión fue llevada al cielo.” (Moisés 7:18, 21.)
Notad la referencia en cuanto a “con el transcurso del tiempo”. Un buen líder debe tener una buena perspectiva y, además, paciencia. En la sección 107 de Doctrina y Convenios leemos que Enoc “tenia cuatrocientos treinta años cuando fue trasladado” (vers. 49). Hermanos y hermanas, ‘la evidencia es obvia’: lograr la perfección toma mucho, pero mucho tiempo. No obstante, se nos manda ser perfectos, aun como nuestro Padre que esta en los cielos es perfecto (véase Mateo 5:48, 3 Nefi 12:48).
De la vida mas ejemplar de todas, o en otras palabras, la de nuestro Salvador Jesucristo, aprendemos la que quizás sea la lección mas importante. Cuando se encontró ante el mas profundo de los sufrimientos en el Jardín de Getsemaní, oró para que pasara de El la amarga copa, agregando con un corazón manso y humilde: “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42; cursiva agregada). Un líder en el reino de Dios debe ser manso y humilde de corazón (véase Alma 37:34).
Ruego que todos los que estamos embarcados en la obra del Señor hagamos Su obra a Su manera, “por persuasión, por longanimidad … mansedumbre y por amor sincero;
“por bondad y por conocimiento puro …
“reprendiendo en la ocasión con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo; y entonces demostrando mayor amor…” (D. y C. 121:41-43).

Hasta pronto mis amigos.

http://www.lds.org/liahona/1990/05/15?lang=spa

Editor: Javier Cespedes H. –  javiparisien@gmail.com